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Blog: El riesgo en contexto

Panamá ante el panorama de riesgos globales

Por Emanuel Abadía Martes, 30 Enero 2018

El mes de enero es trascendental para todos los que incorporamos la industria aseguradora y ejercemos como expertos en evaluación de riesgos. Esta época del año funge como escenario para la publicación del icónico Informe Global de Riesgos publicado anualmente por Marsh & McLennan Companies (MMC) y el Foro Económico Mundial, que por trece años consecutivos ejerce como pilar intelectual y referencial para el evento realizado en Davos, Suiza. 

Para leer en Informe completo, haz clic aquí.

Qué nos revela el Informe 

Contextualizar riesgos a nivel mundial nos permite aprender de la evolución de los mismos, evaluar la eficacia de la respuesta global y pincelar pronósticos de dichos riesgos. Es ley de vida: aprendemos del  pasado, analizamos el presente e implementamos las herramientas necesarias para posibilitar un mañana más sostenible y rentable. Las proyecciones tienen como meta fomentar el pensamiento “¿y si?”, de forma que las entidades puedan ser más eficaces al anticipar posibles impactos y considerar eventualidades factibles que puedan resultarles importantes.

Hace exactamente diez años, el riesgo principal presentado en el informe giraba en torno a las vulnerabilidades del sistema económico. Esto último respondía a la fatídica crisis financiera del 2008 y sus repercusiones en todos los ámbitos sociales. Si bien es cierto que este tipo de riesgo sigue siendo latente en un mundo donde la desigualdad socioeconómica es una realidad -especialmente en países en vías de desarrollo-  en el Informe Global de Riesgos del 2018 marca un notable giro en la jerarquización de vulnerabilidades.

Los riesgos principales en el ámbito global giran en torno a lo tecnológico y ambiental. Para América del Norte, Europa, Asia Oriental y África, las mayores amenazas recaen en lo referente a la ciberseguridad -tanto de personas como de empresas- que resulten en robo de datos personales y en disrupción de negocio. Mencionadas vulnerabilidades  se han extendido mucho más de lo jamás anticipado, puesto que las redes sociales y el Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) forman parte intrínseca del día a día. Según el Informe, los ciberataques en contra de empresas se ha duplicado en los últimos cinco años y las secuelas financieras son sorprendentes. De estos últimos, cabe destacar el ataque WannaCry que impactó a más de 300 mil dispositivos en 150 países y el ataque NotPeyta que resultó en pérdidas trimestrales de US$300 millones para las empresas afectadas.  

En segunda instancia, las vulnerabilidades ambientales también protagonizan los riesgos más importantes para todo el planeta. Las repercusiones catastróficas del cambio climático han propiciado que los cinco riesgos de la categoría ambiental se posicionaran sobre el promedio de probabilidad e impacto durante la próxima década. Lamentablemente, el 2017 será recordado como uno de los peores años en la Historia en lo referente a desastres naturales, temperaturas extremas y el primer incremento de emisiones CO2 en los últimos años. Las abismales cifras finales en relación al impacto financiero todavía están por calcularse y, quizás, lo más desconcertante es que el panorama a corto y mediano plazo denota que los fenómenos naturales venideros no serán de menor impacto. 

El panorama de Panamá ante los riesgos globales 

En Panamá, existe la percepción errónea de que no estamos tan propensos a riesgos relacionados a ciberataques, al medio ambiente y al entorno social. Esto está muy alejado de nuestra realidad ya me muchas veces cometemos el error de interpretar estas vulnerabilidades como factores independientes cuando las mismas deben ser interpretadas de manera integral ya que, de lo contrario, podrían provocar el colapso de sistemas que mantienen a sociedades enteras en funcionamiento. Es responsabilidad tanto del sector público como privado tomar las riendas sobre este asunto y fortalecer nuestra resiliencia. En la actualidad nos enfrentamos a vertiginosos cambios y debemos ser capaces de enfrentar imprevistos sin comprometer la continuidad de negocio y protección de información confidencial. 

Por instancia, Panamá se encuentra en pleno año pre-electoral y, como sociedad, estaremos más propensos a vernos afectados por la manipulación de información en las redes sociales, creación de perfiles falsos y proliferación de noticias falsas (“fake news”). El más reciente ciclo electoral de Estados Unidos del 2016-2017 funge como puntual ejemplo de las irreparables consecuencias de la manipulación de información: durante el proceso de campañas electorales se registró aumento de 53% en “fake news”. Otro estudio señaló que las plataformas de redes sociales dirigían el 40% del tráfico digital a sitios web de noticias falsas, en comparación con solo el 10% para los principales sitios web de noticias tradicionales. De tal forma, en Panamá nos enfrentamos ante riesgos que implican el injusto condicionamiento del debate público y el daño reputacional de personas naturales y jurídicas. 

En segunda instancia, si bien es cierto que por nuestra privilegiada posición geográfica no estamos tan propensos a catastróficos desastres naturales como es el caso de otras geolocalizaciones, no por ello estamos exentos de sufrir las consecuencias del cambio climático. Por el contrario, es nuestro deber hacer frente al cambio climático y ser agentes activos en la evaluación, prevención y mitigación de los riesgos que supone para nuestra economía, bienestar social y medioambiente. Veamos el ejemplo de El Canal de Panamá, genuino orgullo de todos los panameños y fundamental motor de la  economía del País. Según cifras del Consejo Nacional del Agua (CONAGUA), Panamá cuenta con un patrimonio hidrológico increíble producto de un altísimo porcentaje de precipitación anual y más de 500 ríos que se bifurcan en 52 cuencas hidrográficas. El uso estratégico de este abundante recurso hídrico no sólo es clave para el funcionamiento del Canal, sino para todas las industrias que ramifican del mismo: comercio internacional, logística, transporte, turismo, energía, agricultura, entre otros. Por lo mismo, es imperativo tomar medidas de prevención y evaluar las vulnerabilidades que pudieran poner en riesgo el recurso hídrico a raíz del cambio climático y, sucesivamente, garantizar la sostenibilidad de gran porcentaje de la economía del País. 

Considerando lo anterior, doy fin a esta línea de pensamiento compartiendo tres recomendaciones fundamentales para el sector empresarial de Panamá:

1) explorar más detenidamente las posibles fuentes de destrucción de valor o factores que puedan amenazar la continuidad de su negocio por no considerar a tiempo la evolución de los riesgos.

2) generar una mayor agilidad estratégica para adaptarse a un contexto de mercado en rápida evolución.

3)  realizar una planificación de contingencia más precisa para eventos inesperados.