¿Son los nanosatélites la nueva revolución espacial?
Hace unos años se creía que era imposible que el hombre llegase a la luna, no existía televisión ni ordenadores y los medios de comunicación se reducían básicamente a la prensa escrita y la radio. Ni sabíamos lo que eran los nanosatélites.
En el mundo actual de la revolución tecnológica la situación ha dado un giro de 180º. Desde que en 1957 fuera lanzado el Sputnik, primer satélite artificial con una masa de 83,6 kg que orbitó la tierra a 938km en su apogeo; la industria se ha desarrollado exponencialmente. Algunos estudios estiman incluso que en 2015 había más de 1.300 satélites en operación.
Además de los satélites convencionales, hoy ya cohabitan en el espacio satélites de menor tamaño: los smallsat, con un peso inferior a los 300 kg, e incluso nanosatélites de entre 1 y 20kg. ¿Tendrán estos satélites de menor tamaño dentro de un tiempo las prestaciones requeridas para remplazar los satélites convencionales?
No tenemos una respuesta segura para esta pregunta, pero lo que sí sabemos, y con certeza, es que son productos mucho más asequibles, fáciles de manejar y con un proyecto de futuro que genera grandísimas expectativas.
Aun así todavía quedan incertidumbres, pues aunque se desconoce la previsión de la demanda real futura, las estimaciones indican que se alcanzarán más de 600 lanzamientos de nanosatélites antes de 2018. Por otra parte, muchos de los participantes están en fase de desarrollo y queda pendiente ver si la industria creará servicios de lanzamientos exclusivamente diseñados para este tipo de satélites, que respondan todavía mejor a las necesidades de la industria.
Creciente interés
Hasta el momento los nanosatélites tenían un interés académico y gubernamental, pero cada vez más empresas privadas necesitan un mayor número de datos para sus análisis, por lo que vemos un creciente interés en la industria, y el crecimiento considerable de inversiones en compañías fabricantes de estos satélites.
Por otro lado, que la inversión sea menor, no quiere decir que no conlleven riesgos. Para mitigar el efecto que puedan ocasionar las pérdidas, el mercado ofrece seguros que cubren los daños físicos al satélite y/o sistemas electrónicos y mecánicos de apoyo terrestre, y/u otros elementos auxiliares durante las siguientes fases:
- Tránsito: esta fase comienza con las operaciones de carga en las instalaciones de ensamblaje, integración y prueba del satélite, y finaliza con las operaciones descarga en las instalaciones de lanzamiento.
- Pre-lanzamiento: periodo comprendido entre el final de las operaciones de descarga en las instalaciones de lanzamiento y la puesta a bordo del satélite en el vehículo de lanzamiento para su despegue.
- Lanzamiento: desde el despegue del vehículo de lanzamiento hasta la separación del mismo.
- Post-lanzamiento: se cubren los sistemas electrónicos y mecánicos de apoyo terrestre u otros elementos auxiliares, desde que comienzan las operaciones de embalaje en las instalaciones de lanzamiento hasta que se completan las operaciones de descarga en las instalaciones del fabricante.
Aunque se puede contratar una póliza separada para los daños ocasionados al satélite en cada una de las fases y con diferentes aseguradores, el mercado ofrece a los operadores de satélites de menor tamaño la posibilidad de combinar los seguros de manera los riesgos queden cubiertos en todo el proceso.
Apostar por los nanosatélites supone un paso hacia el futuro que sin duda cambiará con mayor democracia el panorama del sector espacial.